Por Pedro Ferradas
La transferencia de funciones de prevención del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) a los gobiernos regionales y locales se ha realizado en forma desordenada y el problema se evidencia en emergencias como la que se vive en Apurímac. La prevención busca reducir los riesgos evidentes, pero también evitar que se generen nuevos. Y la mayoría de gobiernos regionales está fallando en ambos propósitos.
Hay tres fallas evidentes en el sistema de prevención. El primero es la falta de un sistema de gestión de riesgos como manda la Ley del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (Sinargerd). Hay estudios de riesgo en distintas zonas dispersos por todas partes, pero no se identifica cuáles son válidos, ni se hace un esfuerzo por integrarlos, ¿quién se hace responsable de esta integración? En segundo lugar, no se han implementado adecuadamente los sistemas de alerta temprana. Y si están implementados, no suelen estar bien configurados ni son muy conocidos por la población. ¿De qué sirve que se implemente si la población no lo conoce? Y en tercer lugar está el problema de la demora para declarar en emergencia una zona afectada. Según la ley, se debe declarar en emergencia un lugar cuando hay riesgo inminente de desastre, pero la libre interpretación del texto hace que la idea de riesgo inminente se asocie a aluviones, huaicos y desbordes o deslizamientos. Así, si en un lugar las casas se caen a pedazos por las lluvias, la zona no se declarará en emergencia hasta que ocurra alguna avalancha, se salga el río o algo por el estilo. Estas tres fallas se hacen evidentes en situaciones como las que ahora se viven en Tamburco.
El temor de la población ante la posibilidad de que se desborde la laguna Ampay está fundada en una mala gestión de riesgos, sobre todo porque la laguna está ubicada sobre una ciudad como Abancay. El Gobierno Regional de Apurímac debe establecer un mecanismo de monitoreo adecuado y controlar así las variaciones en los niveles de las lagunas. Pero no es el único que tiene ese problema. Una situación similar se presenta en Áncash, donde hay lagunas ubicadas sobre pueblos importantes y donde la falta de monitoreo de las mismas hace que los pobladores vivan en riesgo permanente. El estado actual del clima condiciona aún más estos riesgos.
Se requiere un trabajo coordinado de los gobiernos locales y regionales y la población. Pero para ello se debe invertir adecuadamente. Y eso deben entender quienes manejan el dinero: que destinar dinero en evitar posibles riesgos no es paranoia, sino inversión en prevención
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